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Por Andrés Javaloy
13 de enero de 2023

Día de niebla en el Patíbulo. Miguel Cuervo

Por Miguel Cuervo Arango

Hace años nuestra afición a la pesca era muy grande. Con frecuencia,la tripulación de uno o dos barcos, cenábamos en el club y sobre las doce horas, salíamos hacia el Patíbulo para pescar unas dos horas antes de amanecer.

Arriba, plano batigráfico. 7: "Patíbulo" ; 8: "Cantil"; 9: "Cabo de Santa Pola y Tabarca".

 

A esas horas entraban buenos besugos y al amanecer, gallos, brótolas y alguna gallina.Siempre poníamos un chernero con el fm de conseguir alguna de esas piezas tan valoradas por los pescadores.

En esta ocasión, fuimos el Santa Elena de Eusebio,el Sagitauro de José Lidón y el Madroño lll. La mar como un plato. Lógicamente estas excursiones, las hacíamos en verano y con un buen anticiclón.

Ya amanecido vimos formarse una niebla importante y venía hacia nuestros barcos.Estábamos fondeados a unos treinta o cuarenta metros unos de otros, pero pronto dejamos de vemos.

Banco de niebla avanzando (foto original de www.artelista.com)

Conecté mi aparato de rádar y vi a unas doce millas la silueta de un mercante.Lo señalé y al poco rato , volví a observar.Estaba a 10 millas y el rumbo era de colisión. Aviso a los compañeros del peligro y conectan sus aparatos.
Imaginaba que el mercante nos vería pues tres barcos juntos aunque sean pequeños dan una buena señal. Les comento que voy a poner baliza en mi fondeo por si hay que soltar el amarre, pues virar suponía unos 20 minutos.Pepe Lidón me dice por radio, que no sabe que ha tocado y que no se le pone el rádar en marcha.Se le notaba una gran preocupación en su voz. Le contesté que se preparase para soltar el fondeo, que le diría cuando había que hacerlo y me acercaría a él lo suficiente para que me viese y pudiera seguirme.
El barco seguía sin cambiar el rumbo , venía despacio y comenté que soltaría mi baliza cuando la distancia se aproximase a una milla . Faltando milla y media noto que el barco se separa un poco de nuestra línea de colisión.Lo comento principalmente para calmar a Pepe Lidón pues estaba agobiadísimo. Eusebio estaba preparado y más tranquilo pues tiene experiencia y su rádar funcionaba muy bien.Al poco rato vemos con claridad que el barco nos había visto y cambiaba el rumbo.Nos hizo estar muy pendientes de él una hora y sin nada más a la vista,seguimos pescando.Pronto salió una ligera brisa que acabó limpiando la niebla y quitando nuestras preocupaciones. Sobre las 13 horas viramos para volver a puerto con muy buena mar, haciendo bueno el refrán "mañana de niebla, tarde de paseo".
Después de este día, siempre digo que el primer aparato que hay que tener,es un buen rádar pues me ha sacado de apuros en muchas ocasiones.

Besugos y jurel pescados en estos fondos a bordo del MADROÑO.

 

Nota de Andrés Javaloy:

Por supuesto que comparto la opinión de este veterano, con relación a la importancia del radar .
Cuando leía por primera vez este interesante articulo, viví de nuevo la gran preocupacion que un día sentimos, estando pescando sobre un pecio, a 8 millas al este de Cabo de Palos, a bordo del Chambel II.
Vimos venir un gran mercante porta contenedores proa a nosotros, viendo solo la proa, quiero decir, sin apreciar- incluso ya cercano,- ninguno de sus costados. Venía ciertamente proa a nosotros, sin rectificar rumbo. No llevábamos radar, aunque sí, como es preceptivo, el reflectágeno del mismo, en la proa, y además, una señal esférica (un balón negro) en todo lo alto , indicativo de embarcación fondeada, con restricción de maniobra, semejante al dibujo que incluyo.

Rápidamente me fui a proa, lárgué el cabo y lo solté todo, ya que previamente, al final del mismo, habíamos colocado con anterioridad una buena baliza, dando atrás con rapidez para alejarnos de la trayectoria del mercante. El vapor seguía avanzando hacia nosotros, pese a las señales que les hacíamos, con bocina, agitando camisas etc. Fueron instantes de gran tensión y preocupación.

Pues bueno, el "vapor" no modificó en absoluto su rumbo, pasando a escasos metros de nuestra baliza y a unos 60 a 70 metros de nosotros. Nuestra sorpresa e indignación fue que alguien a bordo, desde la cubierta, nos saludó con la mano. ¡No pude contenerme y perdiendo mis naturales buenos modos, le enseñé la mano, con los dedos meñique e indice estirados en forma de cuernos....!

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