Cherna de 40 kg.para el recuerdo

Recientemente un buen colaborador de esta web, Eduardo Melgarejo, me envió las fotos de recuerdo de esta cherrna capturada hace unos 3 años a bordo del TONI DOS. En portada, su mujer Marcela muestra esta enorme cherna de 40 kilos.

Por su interés las reproduzco en la actualidad en primera plana.

Eduardo y Marcela muestran orgullosos esta excepcional captura

Fué lograda pescando sobre un acantilado submarino en 420 m de sonda a 36 millas de Torrevieja frente a Cabo de Palos.

Pescan, dada la profundidad,  a la deriva, (si el mar y viento lo permiten), con aparejos con anzuelos de 5 /0, plomado con 2 kg de peso, utilizando calamar, o como veremos en el artículo que les ofrezco con mas detalle  a continuación, con alachas enteras o caballas. Bajo otra imagen de la misma cherna

Hace años me publicaron en la prestigiosa PESCA A BORDO, un artículo hablando de este tema, Aún no estaba vigente la normativa que limita el peso por pescador y día de las capturas de peces.

Pulse imagen de bajo para ver una gran pesca de chernas en el  2008 a bordo del OKAPI, pero paroneada tambien por Eduardo Melgarejo

 

Dios Creador del Universo 2

Nota del autor de la web: Dado su interés y por tratarse ese DIOS CREADOR del hombre  y del Universo, me he decido a incluir este artículo aquí. Como creyente, y además como amante de ese mar y sus criaturas  que forman parte de la Creación y de los que se habla en esta web.

El libro que ha incendiado Francia

«Dios existe y tenemos las pruebas»

Publicado por XL Semanal ( 8 OCT-2023)

Dios-La ciencia-Las pruebas”, así se titula el libro que se ha convertido en superventas en un país que presume de laicismo. Sus autores, ingenieros, aseguran que existen sólidos argumentos científicos para demostrar la existencia de un creador. El libro y la polémica llegan ahora a España.

POR CARLOS MANUEL SÁNCHEZ | FOTOGRAFÍAS: DANIEL MÉNDEZ

ESTRACTO : " LAS PRUEBAS" DE LOS AUTORES BOLLORÉ Y BONNASSIES

1 El universo no es eterno

La termodinámica predice que el universo tendrá un final. Y la expansión acelerada del cosmos lo confirma. No se apure, todavía falta mucho..., pero en un billón de años las estrellas, sin combustible, se habrán apagado. Y en 10100 años (un 1 seguido de 100 ceros) el universo se habrá estirado tanto que los átomos se romperán. Todo quedará paralizado, sin vida. La comunidad científica, Einstein incluido, se llevó un chasco porque pensaba que el universo era eterno.

2 Un génesis explosivo

Por lógica, todo lo que acaba empezó alguna vez… Hoy sabemos cuál es la fecha de nacimiento del universo. Fue hace 13.800 millones de años. Y también sabemos cuándo emitió su 'primer llanto': en la fracción de segundo 1043 después del Big Bang. Hasta ahí llegan las ecuaciones porque justo en ese instante el tiempo y el espacio, cogidos de una mano, y la materia y la energía, de la otra, echaron a andar (como predice la relatividad). El hidrógeno y el helio tardaron tres minutos en aparecer. No se hizo en seis días, como relata el Génesis, pero que haya una creación puede implicar la existencia de un creador.

3 Un parto complicado

En los años setenta se calculó que, si la tasa de expansión del universo hubiera variado en la decimoquinta cifra decimal hacia arriba o hacia abajo, no estaríamos aquí. O bien las galaxias no se habrían formado por ir demasiado rápido, o bien todo habría implosionado nada más empezar por ir muy despacio. Esto dejó a los científicos perplejos. Implicaría que la emergencia del universo pudo ser provocada y no aleatoria. El azar no serviría, por tanto, para explicarla y se necesitaría una inteligencia superior, alguien con un plan...

4 ¿El gran relojero?

Si la existencia del universo es un milagro; que brote la vida ya es de traca. Los científicos han tratado de recrear las condiciones de la aparición de la vida porque saben los ingredientes de la sopa primordial. Pero no han podido. Para hacerse una idea de la dificultad, basta con comparar la molécula inerte más compleja, un trozo de proteína, con la célula viva más simple, una bacteria unicelular. La relación de complejidad es de 300.000 a 1; la misma que hay entre una pieza suelta y un coche. Pero hay más: las enzimas son esenciales para la célula. Hay unas 2000 y obtenerlas por azar implicaría una posibilidad entre 1040000. ¿Lotería? Einstein dijo que Dios no juega a los dados. Según los autores, hace falta un relojero que sepa muy bien lo que hace. Dios-La ciencia-Las pruebas”, así se titula el libro que se ha convertido en superventas en un país que presume de laicismo. Sus autores, ingenieros, aseguran que existen sólidos argumentos científicos para demostrar la existencia de un creador. El libro y la polémica llegan ahora a España.

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Ver también:

CIENTIFICOS DE FAMA MUNDIAL CREYENTES, 

Pez espada a bordo del Josper

Publicado en Pesca a Bordo en marzo del 2004.

A veces la pesca a fondo con carretes eléctricos depara gratas sorpresas al aficionado al capturar piezas impensables que proporcionan fuertes emociones y que superan con creces los sueños mas fantásticos del mas apasionado pescador.

Así les ocurrió aquel día a José Pérez, conocido pescador de Callosa de Segura y patrón del “Josper”, y a sus compañeros A. Maciá y A. Bernabeu. En su haber figuran dos récord locales. Una bacoreta de 15 kilos y una enorme pota. Aparte de ello ha capturado piezas notables como agujas imperiales y otros trofeos deportivos.

Habían salido de su puerto base, el Club Náutico de Torrevieja a las 5 de la mañana de aquel día de agosto.

A unas 24 millas al E de Torrevieja, existe una meseta rocosa submarina, conocida como el “Planazo” que se eleva, fuera ya de la plataforma continental, desde los 450 metros de sonda hasta los 230 m . Aunque ha sido sometida a gran presión pesquera por parte de palangreros y barcos deportivos locales, dada su extensión (una milla y media de E a O y unas 4 de Norte a Sur) el patrón de la “Josper” aún hace de vez en cuando, buenas pesqueras en sus coordenadas favoritas.

  

Preparando la pesquera

De camino hacia el pesquero prepararon dos cañas Kristal-Fishing con carretes modelo K F- 004 dotadas de control para velocidad variable y provista de mil metros de línea trenzada Dyneema Herculine de 0,51 de diámetro y de una resistencia de 80 libras . Su aparejo terminal se componía de línea de 0,9 mm en la que iban engarzados cametas de 10 cm del 0, 6 mm , con anzuelos de 2/0 , lastrado con un plomo de 750 gr. La última cada camada, la que descansaría en el fondo, era un poco mas larga – de unos 25 cm- y mas gruesa y llevaba una anzuelo del 4/ 0 para cebarlo con una alacha entera en busca de piezas grandes. Los demás anzuelos irían cebados con trozos de alacha ligeramente salada.

Una vez en las coordenadas, el patrón calculó cuidadosamente la deriva, teniendo en cuenta el viento del SO y la corriente dominante procedente del 210, para así “ caer” en la pequeña mancha de pescado que reflejaba la sonda a 260 metros de profundidad. Luego ordenó largar el ancla

La mañana transcurrió sin pena ni gloria. El besugo, a veces tan abundante en la zona, no se decidía a comer y a las dos de la tarde solo llevaban unos cuantos sables y un puñado de besugos y gallinetas: ( helicolenus dactylopterus ), llamadas localmente pollos.

De pronto un toque brutal en una de las cañas inclinó su puntera hacia el mar, al tiempo que el carrete cuidadosamente ajustado de freno, perdía línea. José empezó a izar lentamente el aparejo viendo como la caña aguantaba unas tarascadas tremendas por lo que para que no rompiera el aparejo aflojó ligeramente el freno. – ¡Debe ser una cherna enorme! aseguró. A los 20 minutos, cobrando y cediendo línea, solo había elevado el pescado unos 30 o 40 metros . En ese momento la caña se enderezó y la presión hacia abajo desapareció. – ¡Se ha llevado todo!- afirmó.. Quizás un sable, tan frecuentes en la zona, había cortado el aparejo. Dio mas velocidad a su carrete y abandonó momentáneamente la caña para preparar un nuevo terminal. Al poco uno de sus compañeros le dijo: ¡ José que ahí sigue clavado algo y tira como un demonio! El patrón ajustó de nuevo el freno y velocidad. La línea hasta entonces vertical hacia el fondo, cortaba el agua en diagonal al tiempo que el pescado ascendía alejándose del barco Al poco un tirón brutal hizo que la caña se arqueara de nuevo y que el carrete cediera línea de nuevo. El “bicho” se iba de nuevo hacia el fondo de un modo incontenible perdiendo el carrete mas de 250 metros de “forro”. La siguiente hora y media fue un completo tira y afloja, graduando el patrón la velocidad y freno del carrete y ayudando incluso a izar línea con la mano, de vez en cuando, ya que el carrete patinaba y lo notaba cada vez mas caliente.

¿Qué es eso?

A las dos horas, el pescado estaba prácticamente agotado y se dejaba subir pesadamente.
¡Madre mía! ¿Qué es eso? -Dijo Maciá- Allá abajo empezaban a ver un pez enorme blanquecino y alargado que al poco identificaron.

Los tres, inclinados sobre la borda, estaban alucinados. Un enorme emperador, que apenas se defendía ya, subía lentamente arrastrado por potente maquina del Kristal Fishing. El pescado iba algo liado con el aparejo y debía llevar por lo menos dos o 3 anzuelos clavados. Rápidamente prepararon dos bicheros y minutos después era gancheado, subido con dificultad a la plataforma de baño, y posteriormente introducido en la amplia bañera del barco, donde apenas se movió ya. La tripulación miraba asombrado el enorme emperador que parecía mirarles con sus enormes y bellos ojos azules y cuya gran espada permanecía ya inerme en cubierta La alegría estalló a bordo. 2 horas de lucha, mucha ansiedad y temor de perder el pescado pero lo habían conseguido. La “Josper” se apuntaba un nuevo triunfo.

Pesca del atún gigante

Publicado en Pesca a bordo en 1995.

Es mi propósito a través de este artículo, que fue publicado en Pesca a Bordo en  1995 (reeditado en la web en 2019,) contar una feliz experiencia de hace bastantes años, para explicar la técnica que seguimos en Torrevieja para esta clase de pesca. Por desgracia, hubo unos años que a causa sobre todo de la sobrepesca profesional con redes de cerco, el atún gigante estuvo a punto de esquilmarse pero afortunadamente, después de algunos años de restricciones y mayor control de su pesca, la población de atún rojo fue aumentando, encontrándolo incluso a veces a pocas millas de la costa,

Nota añadida en el 2023. Posteriormente, como es sabido el atún rojo merced a las limitaciones desde hace años, en su pesca, se ha regenerado satisfactoriamente .

Un afortunado día de pesca para las tripulaciones del "CHAMBEL DOS" y "LE MISTRAL"

Recuerdo con gran placer el amanecer de aquel día navegando rumbo al caladero, con una mar preciosa y en calma, que parecía prometer una jornada agradable rica en grandes emociones.  La zona elegida (que nos fue señalada por los pescadores de sardina unos días antes), distaba unas pocas millas de Torrevieja y unas 4 de Guardamar. Muy cerca de los que llamamos Cul de Coves.
Cuando estábamos cerca, Federico mi hermano, su mujer, su hijo Tomás, y Luis Eizmendi, a bordo del “Le Mistral” que pescaban a media milla por tierra de nosotros, nos anunciaron por radio que habían clavado un gran atún con el que luchaban desde hacía un buen rato. La labor fue dura y muy prolongada, porque según nos dijeron después, el atún, (como luego sucedería con el nuestro), buscaba su defensa en aguas profundas y en la vertical del barco, con el consiguiente riesgo de perderlo al rozar la linea en la quilla, cosa que evitó hábilmente Tomás al mando, entonces, del " Le Mistral".

Después de una larga lucha lo pudieron acercar al barco. Allí con la ayuda, de dos grandes bicheros lo fijaron junto a la borda. Más tarde, al no poderlo izar a cubierta, lo remolcaron hasta el puerto.

Pero volvamos al relato de nuestra captura. Con ansiedad e ilusión y mientras nos acercábamos nosotros a la zona de pesca curricáneabamos con una Rapala Rh de 29 cm, ya que con ella y con la "Bonita"de 16 cm de Yozuri hemos conseguido clavadas espectaculares.

Bonita de Yozuri

 

Rapala RH

Íbamos tirando ya. alguna alacha por la borda para hacer rastro. Estábamos atentos a nuestra sonda por si veíamos la característica imagen del atún en forma de una v invertida , recortada y densa, visible a menudo entre 10 y 20 m de profundidad.
Detuvimos el barco y empezamos a brumear con regularidad, tirando trozos de alacha cada 20 0 30 segundos.

Seguíamos con la mirada los trozos de pescado que tirábamos al agua hasta que veíamos perderse sus plateados reflejos en las azules y cristalinas aguas del mar, por si percibíamos entonces la imagen fugaz de un atún atrapando nuestras alachas. El tiempo trascurría y aunque no habíamos visto nada, sospechábamos que allá abajo, habría algún atún atiborrándose de los 20 ó 25 kilos de carnada que ya habíamos arrojado por la borda.

Nuestro equipo de entonces lo formaba: la caña, una Pen International de 130 libras y un carrete Pen Senator 14/0, provisto de 550 m. monofilamento de 1,5 mm de diámetro.

Usábamos un gran anzuelo del 12/0, empatado en un terminal de 5 m. de sedal de 2 mm. Otras veces utilizamos terminales del 150 forrados - como hacen en Gandía- con 5 o 6 cm de dacrón pintado en rojo para que parezca un hilillo de sangre desprendido del cebo. Actualmente pescamos con carrete Penn de 130. STV en la caña Intenational Pen.

Llevamos  además otra caña: una Italcanna de 80 libras con carrete Everol 10 /0, siendo nuestra línea monofilamento moderno de 1´40 mm. Nuestro cebo era, aquel día, una salpa de 200 gr. que encarnábamos por el lomo un poco detrás de la cabeza.
Paramos a unos 30 metros a sotavento del barco de unos amigos que acababan de llamarnos por radio. Al poco vimos los atunes ¡Uno de ellos era gigantesco!

Echamos la salpa al agua y dejamos ir 15 o 20 metros de línea. El carrete estaba ajustado previamente para que empezara a salir a una presión de 18 kilos, esperando todos nosotros con ansiedad, con nuestros corazones ya desbocados, la picada de uno de aquellos monstruos. Rate se puso en la silla de combate y yo lo hice frente al cuadro de mando para arrancar el motor y separarme del otro barco rápidamente si se producía la picada. No queríamos brumear ya. Si los atunes aún tenían hambre se tendrían que tragar nuestra salpa.

¡A los 5 minutos escasos la chicharra del carrete empezó a cantar con estridencia y la dura caña se curvó hacia el agua! -¡Ya lo tenemos!- gritó Rate. -¡Arranca rápido!
Encendí el motor y di atrás rápidamente para evitar que la línea pasase por debajo del barco de Seano, ya que el atún se dirigía mar adentro buscando aguas profundas. La salida de línea era rapidísima pese a que el barco avanzaba empopado hacia el atún y el freno ofrecía una resistencia continuada de 18 kilos.
Rate frenó un poco un poco más el carrete hasta una marca que llevábamos en el freno de estrella para no sobrepasar los 25 kilos. ¡El atún había sacado en su primera carrera más de 400 m.! Sabíamos la cantidad de línea que había en el agua, porque cada cien metros teníamos una marca de color siguiendo el orden de los colores del arco iris y habían salido ya el rojo de los 50 metros, el anaranjado, el amarillo y el verde, teniendo ya la franja azulada de los 450 m de línea próxima a salir.

Poco después el atún aminoró su loca carrera y entonces tomé yo el relevo. Intenté entonces cobrar línea “bombeando”. Levanté con gran esfuerzo la caña hasta la vertical y luego, al inclinarla hacia adelante, viré la manivela del carrete lo más rápidamente posible. Rate detuvo entonces el barco para ofrecer más resistencia al atún para lograr su cansancio. El “Chambel” era sensiblemente arrastrado poco a poco mar adentro.

Cortesía entre colegas. Llamamos al “María de las Nieves” (el barco que amablemente nos había llamado), invitando a Seano su patrón, a subir a bordo para compartir con nosotros las emociones que nos esperaban. El atún estaba en ese momento a mas de 300 m de nuestro barco por lo que pudo acercarse el otro barco, sin riesgo Así lo hizo y su compañero alejó luego el "María de las Nieves" de nosotros.
Le expliqué brevemente a Seano, el patrón del "María de las Nieves", la técnica que seguimos ya que él habitualmente pescaba con línea de mano. Es muy simple. Salvo casos puntuales no tocamos el freno del carrete.

Se trata de cobrar línea, cuando ello sea posible, “bombeando”. Le explicamos cómo se hace y también que es necesario que, al tiempo que recoge se sedal, con el pulgar de la mano izquierda, la que está aguantando la caña, debía tratar de repartir la línea en el tambor del carrete para que no se acumule en el centro y haya problemas cuando el carrete esté lleno. Le indiqué también que debía dirigir la puntera siempre hacia el pescado girando la silla y por último que debería siempre mantener la presión cobrando línea rápidamente cuando el atún cambie de dirección y se dirija hacia el barco ya que entonces podría saltar el anzuelo si este ha hecho holgura en la boca del atún. Rate de todos modos daba cortas arrancadas para mantener el atún en popa, o aceleraba incluso bruscamente para mantener la línea en tensión cuando el pescado venía hacia nosotros.
El atún aún estaba lejos y la línea se hundía oblicuamente en la mar. Seano poco a poco acercaba el atún cobrando más de 100 metros de línea. Llevábamos ya cerca de una hora de lucha y parecía que el animal se iba cansando.

De pronto, hizo una segunda salida que arqueó la sólida puntera de la caña que tocó ahora casi la superficie del mar, en tanto que el carrete chirriaba y perdía en unos pocos segundos más de 150 metros de sedal. Toqué el carrete. Quemaba en el sentido literal de la palabra. Le eché poco a poco media botella de agua dulce que logró enfriarlo. Paco Seano, sudoroso, pidió también un trago y un remojón de agua en su cabeza
Volvímos a poner el freno en su posición inicial de 18 kilos, al recordar en ese momento, que cuando queda menos de un tercio de línea en el tambor, las tensiones sobre el sedal se incrementan peligrosamente por dos razones. Una, por la fricción de los 400 metros de línea en el agua. El otro motivo es porque, para que salga un tramo determinado de sedal de un tambor casi vacío, este tiene que girar más velozmente. Ello lleva consigo, que el frenado se incremente si el atún mantiene la misma velocidad. Se comprenden así roturas inexplicables con líneas en buen estado y carretes con frenos ajustados. Sabíamos lo quenos restaba de línea ya que cada 50 metros el dacrón esta tintado como he dicho con uno de los colores del arco iris y el tramo final de 50 m lo precedía una gran marca roja
Me puse entonces, de nuevo en la silla de combate. Siempre lo hacemos así - aunque no sigamos precisamente lo indicado por la I.G.F.A-. Nos turnamos en el apasionante trabajo de vencer al atún.

No hay por desgracia muchas ocasiones para ello y preferimos compartir todos las mismas emociones con cada atún, por si no se repiten las oportunidades hasta el año siguiente.
Logré acercarlo aparentemente con más facilidad. El atún daba cortas salidas de 30 o 40 metros que yo recobraba con esfuerzo.
¡Era realmente emocionante el combate! Siempre había el temor de que se soltase el atún y sobre todo de que lo perdiéramos al acercarlo al barco si no llegaba casi muerto.

Llevamos una transmisión “de cola” y esta se hunde por debajo del casco más de 70 cm. Un roce de la línea con ella o con el caracolillo del casco, suponía la rotura inmediata. Todo ello generaba un conjunto de sensaciones contradictorias. Gozo, temor a perder el atún, sufrimiento físico por la paliza que nos estaba dando, ilusión, esperanza...
La marca de los 150 metros estaba ya dentro del carrete. ¡Llevábamos dos horas y media y aún no habíamos logrado ver cual de los atunes habíamos clavado!
Hablamos en ese momento sobre el cometido de cada uno para los momentos finales.
¡En este instante ”Le Mistral” anunció por radio que tras 4 horas de lucha acababa de ganchear un enorme atún y que al no poderlo izar, lo remolcaba despacio hasta el puerto!
Me puse de nuevo al timón. El motor seguía encendido pero estábamos detenidos. La faena se prolongaría aún otras dos horas en las que se turnarían Otón, Rate y el Seano.
Poco después la marca roja de la línea estaba ya dentro del carrete. Fue entonces cuando vimos allá abajo y a unos 30 metros detrás, los plateados reflejos del atún. Estaba cansado navegando hondo con dirección hacia el barco

Arranca rápido que se nos mete debajo- me gritó Rate. Aceleré bruscamente y lo dejé detrás. El atún buscó de nuevo la posición de antes por lo que yo debía estar muy atento a las indicaciones de los de popa. El animal estaba en ese momento, casi en la vertical del barco y a mis compañeros resultaba imposible hacerlo subir más. Entonces lo divisamos con claridad. ¡Era enorme y precioso!
Intentamos una maniobra que tras un par de intentos nos dio resultado. Aflojaron momentáneamente un poco el freno para no forzar el aparejo ni hacer “ojal” en la boca del atún con el anzuelo; al mismo tiempo dí avante rápido y me alejé de nuevo del atún, parando poco después.

Así, una vez colocado el freno en su posición inicial, nos resultó más fácil elevarlo “ en plano inclinado” que desde la vertical. Por fin lo hicimos subir viendo su costado y como daba los giros que acostumbra cuando está vencido.

Los ganchos estaban listos y amarrados sus cabos uno a cada lado de la popa. Seano cobraba con fuerza con la caña y Rate por fin cogió el terminal. Se aflojó algo el freno del carrete para prevenir roturas si el animal daba aún una arrancada hacia debajo del barco. El atún se dejaba ya arrastrar.

Corrí a popa y cogí el largo bichero de casi tres metros clavándole con fuerza el gran gancho por detrás de las agallas. Se produjo entonces una explosión de agua y espuma al golpear en la superficie la poderosa cola de atún. Paco le clavó un segundo gancho donde pudo.
Sacamos luego su cabeza fuera del agua y amarramos cortos los cabos de los ganchos. No sin dificultad pasamos un lazo de seguridad por la cola del atún

Fue entonces cuando la alegría estalló a bordo y nos abrazamos y brincamos como críos ¡Lo habíamos conseguido!

Instalamos nuestra grúa portátil que tan buen servicio nos había prestado en otras ocasiones, ya que el "Chambel" no dispone de portezuela en la popa. Por seguridad y para ayudarlo a subir, mantuvimos el lazo en la cola. Con dificultad lo fuimos elevando. De pronto la anilla de hierro que sujetaba la polea se partió y con un gran estrépito el atún cayó al agua.

No tuvimos más remedio que remolcarlo al puerto donde llegamos al atardecer En el muelle nos encontramos aún al "Mistral". Habían tenido dificultad con la grúa y estaban izando en ese momento el atún al muelle. ¡Era enorme!

Las dos tripulaciones se abrazaron con júbilo. Ambos barcos habían tenido una gran suerte. Los atunes pesaron 250 y 205 kilos.

El calamar. Una pesca de invierno

Artículo del autor publicado en Pesca a Bordo en 2004

Bajo dos imágenes de calamares raros: a la izquierda Calamar gigante y la otra del calamar vampiro.

Calamar gigante.Foto: David Paul.

 

 

 

Calamar vampiro

 

Un cebo natural muy efectivo  para grandes calamares. Una boga con una potera soldada en una barrita que atraviesa a lo largo, el cebo natural.

La cañabota, un monstruo del abismo

La tecnología actual ha puesto al alcance del pescador deportivo metas que eran impensables hace años. Bien es verdad que es preciso además, para lograr aquellas, cierto espíritu innovador - y diría que aventurero -, dispuesto a investigar lo desconocido, aún a costa de molestias y fracasos.

Eduardo, Felix, e Ignacio y su barco, una Rodman de 10 m . de eslora son muy conocidos entre nosotros por sus espectaculares pesqueras. Aquel día le acompañaba el hijo de Eduardo y el no menos conocido pescador local Pepe el mecánico. Tenían un conocimiento un tanto vago e impreciso, a través de cartas e información de palangreros, de la existencia de unos roquedales submarinos probablemente inexplorados situados a unas 28 o 30 millas al Sureste de Torrevieja con fondos que subían desde los 800 metros hasta los 500 metros de profundidad.El barco de Felix estaba dotado de los más modernos medios de navegación de entonces: G.P.S. piloto automático conectado al mismo etc. Disponen además de una sonda de gran potencia capaz de detectar las irregularidades del fondo marino a esas grandes profundidades. Para la pesca en éstas, son precisos carretes eléctricos que contengan al menos l.000 metros de línea fina (para que les afecten poco las corrientes marinas ni la deriva del barco). Los aparejos que utilizan son aproximadamente iguales a los descritos con anterioridad en la pesca de las grandes chernas. Van lastrados con plomos de un kilo pese a lo cual la caída hasta el fondo es lenta sobre todo en los metros últimos. La presión allá abajo en los 500 metros es nada menos que de unas 50 atmósferas por cm. cuadrado. Los cebos que emplean son también grandes calamares de mas de 30 cm, caballas enteras o alachas.

Una pesquera para el recuerdo
Aquella madrugada de la primavera de 1997 salieron del puerto mucho antes del amanecer. Habían tenido que seleccionar muy bien el día, de acuerdo con un parte del tiempo favorable, para no correr riesgos innecesarios. El trayecto hasta el pesquero nunca es aburrido. Se cuentan lances de pesca de otros días, se está muy atento al movimiento de las luces de barcos que pescan al arrastre cerca de la costa y se vigila el radar para ver el movimiento de los grandes mercantes que navegan por una “autopista” de unas dos millas de ancho, a unas 16 a l7 millas de nuestra costa.
Al amanecer se ultimaron los aparejos y se colocaron los carretes en sus soportes.
El ”29 de agosto” navega por una mar casi llana a unos 18 nudos y en unas 2 horas llegan al punto elegido introducido en la pantalla del G.P.S.
Al llegar, rastrean el fondo comprobando que este se eleva efectivamente, en un trayecto de unos cientos de metros, desde los 800 metros de profundidad hasta unos 400. Consultando el G.P.S a barco parado, comprueban por la deriva del barco que la corriente va hacia el NE, por lo que Félix avanza casi media milla en dirección contraria antes de ordenar calar primero una caña y a los pocos minutos otra. El motor permanece encendido y Félix y Eduardo se turnan para frenar la deriva o corregir su trayectoria con arrancadas cortas del barco, con objeto de que las líneas bajen lo más verticalmente posible hasta al acantilado submarino elegido. El aparejo tarda en llegar interminables minutos, pero al fin la línea ya no sale tan rápidamente y el pescador la coge en sus manos para tantear si está o no en el fondo. Como el barco va cayendo con la deriva, se debe ir soltando sedal lo suficiente para no perder contacto con el piso. En este momento es Félix el que cree que ha clavado algo. Eduardo toma la línea en sus manos y asiente: -¡llevas uno muy gordo!- asegura. Félix nota claramente los tirones de un animal que se debate allá abajo a casi medio kilómetro de profundidad. Pone en marcha el carrete y pronto la caña se curva en un arco. De vez en cuando patina el embrague y cede línea al tiempo que la caña cabecea con violencia. Cuando faltan pocos metros el sedal se aparta del barco y a unos 15 metros se ve salir una gran burbuja de aire y al poco la tripa blanquecina de una enorme cherna asoma en la superficie. Se agita algo intentando nadar hacia abajo pero la brusca descompresión la tiene aturdida y la hace flotar. Con cuidado la atraen al costado del barco, le meten un bichero por su gran boca abierta y la engarfian. Abren la portezuela de la popa del barco y a través de ella de ella la meten a bordo. ¡Es tremenda, tiene por lo menos 35 o 40 kilos! –asegura Eduardo-.

La alegría reina a bordo, pues puede que el sitio esté “virgen” y nunca haya bajado aquí un anzuelo.

Félix lleva de nuevo el barco al sitio marcado previamente en la pantalla del plotter del G.P.S. para intentar derivar hacia el mismo sitio.

Calan de nuevo las dos cañas. Al acercarse de nuevo, según indica la sonda, casi arriba del cantil submarino, una fuerza increíble tira de la línea del carrete haciéndole perder sedal rápidamente al tiempo que la caña se incurva peligrosamente. No es un enroque pues la deriva del barco es ahora muy lenta. Aflojan algo el freno del carrete para que no se rompan ni el sedal ni la caña, y el pescado hace una larga salida en la que se lleva mas de 300 metros de línea. Llega un momento en el que el pescado que se debate en el abismo de las profundidades marinas, parece que se cansa por lo que Félix aprieta algo el freno del carrete. A veces este patina pero poco a poco va cobrando sedal, ayudándole manualmente el pescador.

Las salidas de línea y la lenta recogida se alternan, pero poco a poco aquel tremendo animal es izado del fondo. A bordo no tienen prisa. Es muy importante que el pescado al que suponen una enorme cherna llegue muy fatigado. Pronto se dan cuenta que debe ser otra cosa, por la gran resistencia que ofrece. En este momento el bicho tira inconteniblemente hacia abajo y mas cien metros de línea, ya recuperada, es cedida de nuevo.

El tiempo pasa rápidamente. Llevan ya dos horas de lucha. Ahora si que notan señales de cansancio en aquel animal. La caña sigue hecha un arco pero el carrete ayudado por Felix recoge línea de una manera regular llenando esta poco a poco el tambor del mismo. Cuando faltan 15 o 20 metros, Pepe asomado por la borda exclama: -¡Madre mía!.¿ Que es eso? ¡Es enorme! ¡Si es un tiburón..!

Eduardo impone la calma. Prepara dos bicheros previamente amarrados a puntos firmes de la borda. Se calzan Félix y él unos guantes Abre la portezuela de popa y pasa a la plataforma de baño. Felix aguanta como puede las tarascadas del bicho que ahora junto al barco se revuelve. Hábilmente Eduardo le clava con decisión el primer bichero en su amenazadora boca abierta y lo cede a Ignacio. En este momento el tiburón se revuelve y hace saltar espuma junto al barco. Eduardo toma el segundo bichero que le da Pepe y lo clava donde puede, cerca de la boca.
¡Tranquilos, ya está!- dice Eduardo. El animal, cansado, permanece ahora inerte junto a la plataforma de baño. Aunando sus esfuerzos y aprovechando las cabezadas suaves que la mar imprime al barco, poco a poco lo deslizan a través de la portezuela, a la cubierta del barco. Eso si atentos a la enorme boca abierta y a los coletazos de su enorme cola capaz de destrozar una pierna puesta a su alcance.

Están asombrados. Es distinto a todos los tiburones que conocen marrajos o tintoreras comunes en el Mediterráneo. Posteriormente Félix averigua que se trata de una cañabota, un tiburón de profundidad, pariente próximo del boquidulce. Tiene los ojos verdes, una única aleta dorsal muy cerca de la caudal, y unos dientes en la mandíbula inferior característicos en forma de peineta. Tiene además 6 hendiduras branquiales en vez de las 5 habituales en las demás especies de tiburones.

Aún pescan un rato más cuando el bicho se queda inmóvil y ellos se tranquilizan, consiguiendo otras chernas.

En la imagen, las chernas capturadas.

Ya es tarde, por lo que ponen rumbo al puerto. Anuncian su llegada para que un camión lleve la enorme cañabota a la nevera. Atracan ya de noche pero hay gran expectación en el muelle. Fue sin duda un récord mediterráneo en su clase y en esta pesca ya que la enorme cañabota pesó 250 kilos.

La enorme cañabota pesó 250 kilos. En la imagen, la llegada a puerto.

Años después, en un concurso de pesca lograron a bordo de otro barco la cañabota mas grande que se ha logrado en Torrevieja y que aún es récord local de pesca recreativa. Ver mas abajo.

Enorme cañabota, colgada de una grúa en las instalaciones del club.

Descripción

La cañabota gris Hexanchus griseus ) es una especie de tiburón de la familia Hexanchidae . Habita las aguas profundas. Sus seis aperturas branquiales a cada lado de la cabeza, más próximas entre sí en la zona ventral, indican que en efecto se trata de un escualo muy primitivo, pues las especies de tiburones más evolucionados presentan cinco aperturas branquiales.

La cañabota llega a medir hasta 4,8 m de longitud y pesar 590 kg -el mayor ejemplar capturado rondó los 800 kg-. Tiene un cuerpo robusto y la cabeza ancha y aplanada con el rostro corto y redondeado. La boca, ventral y redondeada, tiene los dientes de la mandíbula superior en una fila, y los de la mandíbula inferior, en 6 filas, con forma de peine.

Sus ojos son grandes, elípticos y verdosos, fluorescentes en vida y sin membrana nictitante, anteriores a la boca. Tiene una aleta dorsal atrasada, próxima a la caudal. Su color es pardo grisáceo o verdoso, con vientre más pálido y aletas oscuras, lo que le permite mimetizarse en las oscuras aguas de las profundidades. (Tomado de Wikipedia.org)

Chopas y brótolas: pescando sobre un pecio

Publicado por Trofeo Pesca en el año 2000.

Eran las 5 de la mañana cuando el despertador interrumpía mis sueños. Reproducían estos, una vez más, una frustrada lucha, ocurrida hace ya varios años, con un gigantesco atún, que esta vez, con la fantasía ilógica del sueño, estábamos pescando nada menos que en pleno puerto de Torrevieja.

Hoy llevo una tripulación joven. Todos de menos de 20 años, pero con una afición al mar, al submarinismo y a la pesca, que les hace renunciar a menudo, muchos fines de semana, a la común “movida discotequera”tan en voga hoy día entre la juventud. Todos ellos son gente sana y alegre, de esa nueva generación moderna y ecológica, amantes de la naturaleza, incapaces por ejemplo de tirar una bolsa de plástico al mar, dispuestos incluso a recoger basura flotante de las aguas y sobre todo que retornan al agua a los ejemplares inmaduros sin que tenga yo que insinuarles nada.
Días pasados otros colegas y yo,-César y los mecánicos Medrano y Rodríguez-(uno de los cuales aparece en la foto con una hermosa chopa), habíamos hecho un bonita pesquera de brótolas (Phycis phycis) y chopas (Spondyliosoma cantharus) en un pecio hundido frente a Alicante en cerca de 80 metros de profundidad.

Está muy distante de Torrevieja, nuestro puerto base, y aunque no me gusta en principio castigar los pecios con fondeos sucesivos a corto plazo, a los chavales Manolo y Pepe Ruiz, Jose Manuel, mi ahijado, y a Sigi (y a mi también ¿cómo no?) nos hacía ilusión hacer una nueva tentativa.

Aún en plena noche soltamos amarras de los muelles del RCNT. Uno de los chavales se queda conmigo en el puente para ayudarme a vigilar las pequeñas luces de los barquitos que pescan el mabre cerca de la bahía y para eludir las balizas de los trasmalleros.

Pronto el sueño los vence a todos y yo navego rumbo al NE, solo, acariciado por la fresca brisa de la mañana guiado por la luz del destelleante faro de Santapola que diviso por la amura de babor. La noche está clara y la luna menguante la voy dejando por popa teniendo delante un cielo tachonado de estrellas entre las que distingo la Polar cuya luz, según los entendidos, la vemos ahora, dada su enorme distancia, unos 500 años después del momento en que fue emitida. ¿Estará aún ahí o habrá desaparecido hace decenas de años? –me pregunto.
El barco se mece y cabecea con los restos de la marejada de levante de días pasados, pero continúo navegando ya que el pronóstico de E. fuerza 2 a 3 nos ayudará a retornar al puerto.

Cerca ya de nuestro destino, aparece el sol por el horizonte. En este momento sobrepasamos ya la isla de Tabarca que dejamos por el suroeste y poco tiempo después estamos según el GPS en la proximidad del mercante hundido.
He tenido suerte al fondear. Hemos caído exactamente encima del “vapor” como nos indica la doble franja roja que aparece en la sonda por encima del fondo. No se ve red por encima y aparece un poco de pescado encima del casco.

 

Son las 7 y media cuando tiramos el primer anzuelo al agua. Usamos aparejos del 0,45, con bolitas fluorescentes, plomos ahusados coloreados de amarillo brillante para llamar la atención en la semioscuridad del fondo y carnada de trozos de alacha y calamar. Todos pescamos con cañas sensibles para hacer mas divertido el lance y carretes con líneas finas modernas de fire line de carbon inextensibles que transmiten muy bien el toque pese a la profundidad.
Pronto Manolo nota un brusco tirón, levanta rápido la caña y comprueba que aunque nota las cabezadas del pescado, el aparejo esta enganchado en el pecio. Hábilmente deja que el pescado tire hacia abajo libremente y de nuevo intenta cobrar.Esta vez sí. El pescado mismo ha soltado algún anzuelo o el plomo trabado en fondo y ahora despacio, saboreando la pieza, cobra poco a poco. La cara de Manolo resplandece y la ilusión y esperanza nos llena a todos de gozo. ¡Es una brótola! –asegura. Efectivamente sube un gran peso que mete la puntera de su fina caña en el agua y solamente de vez en cuando nota una brusca sacudida.

Al poco su hermano menor, Pepe, mete en el salabre una hermosa brótola de mas de un kilo. Ya antes de terminar la faena José Manuel me dice excitado .-¡Padrino, yo tengo otro y es muy gordo! Hago que ajuste el freno porque el bicho da unas cabezadas impresionantes que se acusan violentamente en la frágil caña. Logra levantarlo del pecio, sin enroques y el animal defiende su vida durante todo el trayecto hasta la superficie. Otra vez Pepe (al que utilizando el lenguaje de la caza llamamos “el morralero”) salabra con destreza un bonito pargo de cerca de un kilo. Los toques menudean. Ahora es a Sigi al que un animal –probalemente una enorme brótola- le pega un tirón brusco que probablente le sirvió al pez para entanarse en un agujero del barco hundido. La faena esta vez se saldó con la rotura casi inmediata del aparejo y la frustración del ilusionado pescador.

El pescado tiene ganas de comer. Hay muy poca morralla-unos cuantos pequeños besugos y trescolas que volvemos al agua- Al poco clavo yo mi primera brótola que me hace una faena parecida al la primera de Manolo y que logro sacar también de su agujero.

Sigi, después de varios desafortunados enganches, por fin saca un par de brótolas y unos cuantos pescados

De vez en cuando perdemos algunos aparejos de los que llevamos abundante provisión, enganchados en el casco del pecio. No nos importa demasiado. Estaba ya previsto de antemano. Lo que nos llena de satisfacción es ver que el fondo del arcón del pescado esta ya cubierto, ya que entre otras cosas, José Manuel, que parece que se ha especializado en ellos, lleva ya 5 pargos y todos nosotros alguno más y unas cuantas brótolas.Pepe el “morralero” no para con el salabre. Su hermano le deja su caña y el chaval lucha hasta abatir otra hermosa brótola. Posteriormente engancho yo una buena pieza, que dejo al chico que la trabaje. Lo hace con destreza, pero en un último momento se le rompe el aparejo ya rozado por los agudos dientes de una enorme brótola.

La caña grande mía cebada con un pequeño jurel vivo, que pesca a fondo esta vez no da resultado. En un descuido, probablemente un congrio, se lleva el pez cebo a su agujero sin que yo me entere. El resultado es un roce de línea en la chatarra del fondo y una rotura fulminante del aparejo.

Son la diez de la mañana el viento refresca algo y nos bambolea “a gusto” a todos los de a bordo, pero estamos radiantes porque la jornada de pesca es de las que se recuerdan.

Los chavales están disfrutando de lo lindo y no se acuerdan ni de almorzar. Les preparo unas cervezas y un bocadillo que engullen literalmente entre dos lances. Al poco Manolo clava una pieza que sabe que es diferente a la brótola, dados sus bruscos coletazos. Pronto una joven chopa de cerca de un kilo – y unos 6 años de edad- es subida a bordo.

Poco después José Manuel, que está ”fino” hoy, vuelve a clavar. Esta vez sí que es realmente grande la pieza, pues las bruscas cabezadas del pescado, el cantar del carrete al ceder sedal y la puntera de la caña metida en el agua, lo atestiguan. Con calma y maestría lo va subiendo. ¡Es una enorme chopa de un color azul oscuro como el de los grandes ejemplares con su joroba nucal característica! Es de los ejemplares más grandes que hemos subido a bordo. En el Club hace muchos años que no se recuerdan chopas de este calibre.

Chopa macho de 2,5 kg.
Chopa. Ejemplar de un kilo.

 

Era un ejemplar macho ( de más jóvenes, son hembras). Midió 49,5 cm y pesó de 2 kilos y medio. Le calculé una edad por el estudio de escamas y anillos de crecimiento de las vértebras, entre 13 y 14 años, probablemente la edad casi límite que pueden alcanzar ya que esta chopa tenía prácticamente el tamaño máximo descrito para la especie Según leí, la puesta, la hacen pegando los huevos al fondo, alguna vez cerca de pecios, en terrenos arenosos, donde el macho con su potente cola prepara un nido adecuado a la hembra que luego defiende valientemente de los pequeños depredadores. Este ejemplar había frezado ya y sus testículos estaban muy reducidos.

Llevamos a bordo 7 brótolas 5 o 6 pargos, un par de chopas, una pequeña gallineta por lo que a las 12 de la mañana damos avante hacia Torrevieja.

Los chavales agotados por la faena de abordo, por la paliza que nos está dando ya la mar, con olas de cerca de medio metro, por las emociones vividas y sobre todo por la falta de sueño, uno tras otro se quedan adormilados en cubierta. Me quedo solo en el puente donde alegre canturreo aquellas habaneras que nos trajeron a estas tierras procedentes de Cuba, los navegantes torrevejenses: ¡ Cuando en la playa la bella Lola...! o aquella otra que ha hecho famosa en por todo el mundo a esta tierra encantadora “ Es Torrevieja un espejo , donde Cuba se mira...! y que es, según termina la canción “ plácido ensueño para el que busca, soñar junto al mar..!

 

Pesca de un mero de 20 kilos

Publicada en Pesca a Bordo en 1998

Me tenía intrigado ese pez increíble, que una y otra vez rompía con facilidad pasmosa la línea del 0,70 de mi caña.

Esta historia empezó una tarde del mes de agosto, cuando mi primo David y yo decidimos pescar sobre ese barco hundido. Sabíamos que estaba muy “tocado” dados su  profundidad escasa (54 metros) y su proximidad a la costa. Con todo pensamos, que podríamos encontrar alguna pieza grande de las que se acercan a los pecios en los meses estivales, como lechas, samas etc.

Planeamos la pesquera entre las 6 o 7 de la tarde y 11 de la noche, englobando  así la crítica puesta de sol y la no menos favorable posición de la luna, casi llena, bien arriba del horizonte.

Ya en el pesquero, calamos dos líneas de mano y una caña de unas 40 libras de potencia, con aparejos de un solo anzuelo del 7/0, camadas de unos 60 cm. de acero forrado de nylon de 60 libras y plomos de 200 gr. Como cebo, alachas de las más grandes que pude encontrar esa mañana en la lonja del pescado. La otra caña, mucho mas ligera, llevaba línea del 0.60, camada del mismo grosor y 3 anzuelos de 2 y 3 /0. Estos se cebaban con tacos de alacha buscando las brótolas y corvachos no raros en este  pecio.

Esa noche me desarmaron  3 o 4 veces. Allá abajo había piezas tremendas que atacaban bruscamente las alachas y se refugiaban luego rápidamente en el interior del barco hundido, por lo que la línea de mi caña se partía fácilmente. Yo insistía una y otra vez a pesar de ello, pues encuentro  mas divertida la pesca con caña que con línea de mano.

Pronto, de todos modos, subimos a bordo 3 congrios descomunales. El mas grande, que dio en el peso 14 kilos, lo consiguió David, que con su caña casi de juguete y su línea mas fina, redondeó una “ faena” que nos divirtió extraordinariamente a los 2. Había tenido la suerte o la habilidad de sorprender al congrio en su primera picada, antes de que tragara, enganchándolo por el labio y evitando así que cortara el anzuelo.

Dos de los congrios conseguidos de 12 y 14 kilos.

 

 Sabíamos que al menos una de las piezas que perdí, no se había comportado como un congrio. Allá abajo entre planchas y hierros retorcidos y herrumbrosos del vapor, cubiertos ahora por infinidad de pólipos anémonas mejillones y coralígenos tenían su hábitat otros poderosos peces. !Había que volver otra vez allí!.

Unos días después, esta vez a las 5 de la mañana, salimos hacia el vapor. Queríamos estar fondeados antes del amanecer. Conseguimos otro congrio también descomunal. Y volvió repetirse la escena de toques brutales y líneas rotas. Uno de los enganches lo tuvo Antonio, patrón del “Mar Menor”, que se enfrentaba por primera vez con una pieza realmente importante como luego veremos. Tuvo la mala fortuna que después de estar bregando con ella unos minutos, se abriera el emerillón o quitavueltas de mala calidad  de su volantín, perdiendo así el pescado.

De vuelta al vapor. En busca de la pieza perdida… Una semana después, a bordo ahora del “Le Mistral” pusimos de nuevo la proa hacia allá. Ibamos mi hermano Federico, Aimée su mujer, Luis y yo. Llegamos al pesquero aun de noche. Con ayuda del G.P.S y sonda encontramos rápidamente el vapor hundido balizándolo a continuación. Nos fondeamos. Vamos soltando  poco a poco el cabo suficiente para que la sonda nos indique que estamos en la caída del casco del mismo, eludiendo así, en lo posible, enganches con las redes que hay sobre él.

Los cebos y aparejos eran los ya descritos. Los cables de acero de las camadas era un poco mas largos y los quita vueltas de óptima calidad.

Conseguí pronto cebo vivo, una exagerada boga que encarnada por el lomo en un robusto Mustad del 7/0, fue allá abajo con ayuda de un plomo de 200 gr. Iba en un volantín que dispuse en la proa del barco para que no molestara, aunque la paneta que contenía el resto de la línea, la desplacé a la bañera donde pescábamos para vigilarla,  De pronto Federico notó que la paneta del volantín de proa se movía bruscamente y empezaba a girar.

Cogió la línea y dó un enérgico tirón para clavar. Conociendo el comportamiento de los peces de allá abajo, mantuvo la presión sin ceder línea para evitar que el bicho se refugiara dentro del pecio.

Rápidamente retiramos varios aparejos .  La presión hacia abajo era enorme. !Debía ser tremendo! El aparejo era muy sólido por lo que poco a poco Federico lo despegó del fondo. El pescado no daba las sacudidas propias de los congrios, ni las carreras de las lechas o samas (los otros huéspedes posibles del vapor). Notaba que subía un gran peso muerto ahora. Al cabo de unos minutos apareció en superficie.

! Era un gigantesco mero que venía con su enorme boca abierta! Una vez asegurado con el gancho le disparé unas fotos. Lo subimos abordo y entonces nuestra alegría estalló en gritos y abrazos como si fuéramos unos chiquillos y aquella fuera nuestra primera gran pesquera.

 

Rancheando al mero

 

Otra imagen  en la que pendiente de su boca, el mero llevaba otro aparejo con su plomo.  ¡El que perdimos días antes…!

El anzuelo estaba enganchado en la comisura de la boca. Junto a este había otro anzuelo nuevo del que pendía una camada de acero con el tipo de nudo que utilizo. !Era la que perdió Antonio la semana antes, al fallarle el quitavueltas!

A las 11 de la mañana  pusimos la proa hacia el Club Náutico, donde comprobamos que el mero pesaba 20 kilos. Su edad (computada por el recuento de los anillos de sus vértebras) era de 18 a 19 años. De nuevo, Le Mistral batía seguramente otro récord en el Club. Esta vez, en la especie mero. Pero no era eso solo el motivo de nuestra satisfacción. Era sobre todo la serie de emociones y sensaciones experimentadas con esta pieza que serían ya de imborrable recuerdo para todos.

 

Chernas en grandes fondos

Publicado en Pesca a Bordo en 2009

La pesca en fondos de más de 400 metros.

La pesca sobre estos enormes fondos tiene unas especiales características, derivadas especialmente de la imposibilidad de fondearse en estas grandes sondas.
Quiero intercalar en esta ocasión mis impresiones en un día de pesca en estos fondos, a bordo del "Okapi"acompañando a su patrón Joaquín, a Eduardo "el Bicicleta" y a Pepe "el mecánico", para explicar la técnica especial a utilizar en estos abismos submarinos.

Seis chernas de 6 a 20 kilos.

Ya en camino hacia el pesquero, compruebo, que tanto Joaquín como Eduardo “van a por todas”. Se va a pescar sobre los 380 a 400 m. de sonda en busca de piezas grandes, especialmente chernas. Mientras navegamos, Eduardo, ayudado por Pepe, prepara los terminales para sendos carretes. Lo forman camadas de palmo y medio de línea del 150, con anzuelos del 6/0 a 8/0, separadas una de otra por unos 20 cm. El porqué de aparejos tan gruesos es por que no es raro clavar piezas tremendas. De hecho, a veces, al sacar alguna cherna de 4 o 5 kilos les han atacado enormes tiburones que las han partido por la mitad. Incluso me enseñan una foto, de un pez espada de 40 kilos que acosó a un sable cuando era subido desde el fondo y que, al engancharse en varios anzuelos, lograron subirlo a bordo".
"Para facilitar la escasa visión en tan grandes profundidades intercalan perlas fluorescentes entre las camadas. Colocan en el terminal, un emisor de destellos luminosos y de vibraciones cuya eficacia fue comprobada a lo largo de toda la jornada de pesca, ya que el otro aparejo no lo tuvo, al perder el emisor destelleante en un enganche. La diferencia de capturas de uno a otro fue abrumadora. Los aparejos van lastrados con plomos de un kilo".
 "Como cebo utilizan alachas algo saladas a las que privan de cabeza y cola para ofrecer menos resistencia en la bajada, pero añaden caballas enteras o enormes calamares frescos para que el conjunto sea bien visible allá abajo y así, además, poder tentar a los grandes tiburones del fondo".
"Eduardo monta los carretes que llevan unos 1.000 m de línea. Uno de ellos lleva Dacrón de 100 libras y el otro una fina y resistente línea Dynema de un 0,50 mm, que trasmite mejor los toques del pescado a través de los casi 400 metros de agua. Eduardo toma ahora el mando del barco que había llevado Joaquín hasta localizar el pesquero. Se trata de un cantil que cae desde los 380 hasta los 550 metros. Ambos amigos lo conocen muy bien pues han hecho ya a aquí dos o tres buenas pesqueras.

  Es una pesca totalmente distinta a lo que estoy acostumbrado. Pese a que también resulta emocionante dado el tamaño de las piezas que se logran, la verdad es que prefiero el tradicional modo de pescar con caña y carrete de mano, sintiendo los toques y las cabezadas del pescado al subirlo desde el fondo. Pero esto es impensable a estas profundidades.
" Admiro sinceramente el arte que mis anfitriones desarrollan, para pescar en una determinada zona del cantil. Como no se puede fondear el barco, dada la enorme profundidad, tienen que calcular la deriva según la supuesta corriente y la brisa existente. Para ello avanzan hacia barlovento, incluso media milla, para calar una de las cañas. Dejan el barco a la “ronsa” y unos minutos después calan la segunda caña, para que así ambas no que no se enreden. El barco sigue con el motor encendido corrigiendo Eduardo la deriva para no se enreden las líneas y para hacer caer los aparejos en el sitio preciso".
"Tan conocido lo tienen, que quedo sorprendido porque parece que van adivinando el fondo que tienen que encontrar en el transcurso de la deriva del barco. Eso sí están pendientes en todo momento de G.P.S. y sonda. Una vez calado el aparejo, el plomo tarda cerca de 15 minutos en poner las carnadas en la roca del fondo".

"En ese momento se ve venir un barco deportivo con la proa hacia nosotros. Celosos de su secreto, dan avante para salir de la vertical del acantilado. El otro barco al vernos navegar desiste. El patrón ordena recoger los aparejos. Cuando faltan unos 100 metros de línea nos sorprende el comprobar unos tirones y cabezadas en la caña. Alguien dice: - viene algo y se está “cabreando” al ver la luz del día-. Efectivamente a los pocos minutos aflora una cherna de 5 o 6 kilos a la que ellos que ellos clasifican como “chernica”. Y esto ocurre con la primera calada, con lo que nuestra ilusión aumenta con la expectativa de una gran pesquera".
" Las horas pasan rápidas. Mientras cae una vez el aparejo, da tiempo incluso a tomar un taco y de abrir una botella de Rioja que temple los cuerpos castigados por el madrugón. Nos turnamos en mantener las líneas entre los dedos para sentir las picadas".
"Siendo sincero, solamente noté una picada en una ocasión y lo fue de una intensidad semejante al toque de un pagel. Di un brusco tirón, recogiendo luego 3 o 4 brazas. Entonces sí que noté el aumento de peso en la línea, a causa de la pieza que se debatía casi medio kilómetro mas abajo. Luego, al conectar la corriente en el carrete eléctrico, la caña se hizo un arco y el pequeño motor del carrete apenas podía elevar aquella pieza descomunal. A los pocos minutos se rompía el sedal probablemente debido al roce del mismo en algún saliente del cantil. Poco después consigo mi primera cherna de 5 o 6 kilos. Joaquín, mas ducho en el oficio que Pepe y que yo, y además pescando él con el aparejo que emite destellos luminosos, clava uno tras otro, pollos, chernas etc. En una ocasión eleva del fondo, un enorme sable de metro y medio, un pollo y una robusta cherna".
"Se hace tarde ya. El día se ha mantenido precioso. Un pez espada salta cerca del barco luciendo su plateado cuerpo y lanzando espuma al aire al caer de costado. Son las cinco de la tarde y nos quedan un par de horas de navegación. Estamos cansados pero satisfechos del día maravilloso y de la pesquera."

Comentaba en aquella ocasión al director de Pesca a bordo, si se dañaba o no la fauna marina costera con este tipo de pesca. Me refería a la pesca con carretes eléctricos. Quizás la captura masiva de grandes besugos conseguidos con estos carretes hagan estragos al disminuir la población de reproductores de esta especie. Afectaría entonces a la densidad del besugo en aguas menos profundas.
Me pregunto si con relación a estas grandes chernas sucede lo mismo. Creo sinceramente que no. Estos ejemplares de chernas si no se capturan de este modo se convierten en un recurso desaprovechado. Eso sí respetando las limitaciones legales con respecto a la cantidad. El ciclo vital de la Cherna puede desarrollarse en alta mar, primero en las capas superficiales bajos objetos flotantes, (tal como lo hemos visto en alguna ocasión) y luego, en una sorprendente adaptación, bajan a fondos impensables para otras especies.
Fue una experiencia agradable y sorprendente en la que Joaquín patrón y armador del “Okapi” y nuestro común amigo Eduardo nos hicieron una demostración de su buen hacer pescando en los abismos submarinos. Gracias amigos.

Eduardo y Bonafós, mis compañeros de pesca aquel inolvidable día.

Nota del autor: En aquella época, no había ni limitaciones legales en la pesca recreativa ni teníamos conciencia de una pesca responsable como ahora.