Publicado en Pesca a Bordo en 2009
La pesca en fondos de más de 400 metros.
La pesca sobre estos enormes fondos tiene unas especiales características, derivadas especialmente de la imposibilidad de fondearse en estas grandes sondas.
Quiero intercalar en esta ocasión mis impresiones en un día de pesca en estos fondos, a bordo del "Okapi"acompañando a su patrón Joaquín, a Eduardo "el Bicicleta" y a Pepe "el mecánico", para explicar la técnica especial a utilizar en estos abismos submarinos.
Ya en camino hacia el pesquero, compruebo, que tanto Joaquín como Eduardo “van a por todas”. Se va a pescar sobre los 380 a 400 m. de sonda en busca de piezas grandes, especialmente chernas. Mientras navegamos, Eduardo, ayudado por Pepe, prepara los terminales para sendos carretes. Lo forman camadas de palmo y medio de línea del 150, con anzuelos del 6/0 a 8/0, separadas una de otra por unos 20 cm. El porqué de aparejos tan gruesos es por que no es raro clavar piezas tremendas. De hecho, a veces, al sacar alguna cherna de 4 o 5 kilos les han atacado enormes tiburones que las han partido por la mitad. Incluso me enseñan una foto, de un pez espada de 40 kilos que acosó a un sable cuando era subido desde el fondo y que, al engancharse en varios anzuelos, lograron subirlo a bordo".
"Para facilitar la escasa visión en tan grandes profundidades intercalan perlas fluorescentes entre las camadas. Colocan en el terminal, un emisor de destellos luminosos y de vibraciones cuya eficacia fue comprobada a lo largo de toda la jornada de pesca, ya que el otro aparejo no lo tuvo, al perder el emisor destelleante en un enganche. La diferencia de capturas de uno a otro fue abrumadora. Los aparejos van lastrados con plomos de un kilo".
"Como cebo utilizan alachas algo saladas a las que privan de cabeza y cola para ofrecer menos resistencia en la bajada, pero añaden caballas enteras o enormes calamares frescos para que el conjunto sea bien visible allá abajo y así, además, poder tentar a los grandes tiburones del fondo".
"Eduardo monta los carretes que llevan unos 1.000 m de línea. Uno de ellos lleva Dacrón de 100 libras y el otro una fina y resistente línea Dynema de un 0,50 mm, que trasmite mejor los toques del pescado a través de los casi 400 metros de agua. Eduardo toma ahora el mando del barco que había llevado Joaquín hasta localizar el pesquero. Se trata de un cantil que cae desde los 380 hasta los 550 metros. Ambos amigos lo conocen muy bien pues han hecho ya a aquí dos o tres buenas pesqueras.
Es una pesca totalmente distinta a lo que estoy acostumbrado. Pese a que también resulta emocionante dado el tamaño de las piezas que se logran, la verdad es que prefiero el tradicional modo de pescar con caña y carrete de mano, sintiendo los toques y las cabezadas del pescado al subirlo desde el fondo. Pero esto es impensable a estas profundidades.
" Admiro sinceramente el arte que mis anfitriones desarrollan, para pescar en una determinada zona del cantil. Como no se puede fondear el barco, dada la enorme profundidad, tienen que calcular la deriva según la supuesta corriente y la brisa existente. Para ello avanzan hacia barlovento, incluso media milla, para calar una de las cañas. Dejan el barco a la “ronsa” y unos minutos después calan la segunda caña, para que así ambas no que no se enreden. El barco sigue con el motor encendido corrigiendo Eduardo la deriva para no se enreden las líneas y para hacer caer los aparejos en el sitio preciso".
"Tan conocido lo tienen, que quedo sorprendido porque parece que van adivinando el fondo que tienen que encontrar en el transcurso de la deriva del barco. Eso sí están pendientes en todo momento de G.P.S. y sonda. Una vez calado el aparejo, el plomo tarda cerca de 15 minutos en poner las carnadas en la roca del fondo".
"En ese momento se ve venir un barco deportivo con la proa hacia nosotros. Celosos de su secreto, dan avante para salir de la vertical del acantilado. El otro barco al vernos navegar desiste. El patrón ordena recoger los aparejos. Cuando faltan unos 100 metros de línea nos sorprende el comprobar unos tirones y cabezadas en la caña. Alguien dice: - viene algo y se está “cabreando” al ver la luz del día-. Efectivamente a los pocos minutos aflora una cherna de 5 o 6 kilos a la que ellos que ellos clasifican como “chernica”. Y esto ocurre con la primera calada, con lo que nuestra ilusión aumenta con la expectativa de una gran pesquera".
" Las horas pasan rápidas. Mientras cae una vez el aparejo, da tiempo incluso a tomar un taco y de abrir una botella de Rioja que temple los cuerpos castigados por el madrugón. Nos turnamos en mantener las líneas entre los dedos para sentir las picadas".
"Siendo sincero, solamente noté una picada en una ocasión y lo fue de una intensidad semejante al toque de un pagel. Di un brusco tirón, recogiendo luego 3 o 4 brazas. Entonces sí que noté el aumento de peso en la línea, a causa de la pieza que se debatía casi medio kilómetro mas abajo. Luego, al conectar la corriente en el carrete eléctrico, la caña se hizo un arco y el pequeño motor del carrete apenas podía elevar aquella pieza descomunal. A los pocos minutos se rompía el sedal probablemente debido al roce del mismo en algún saliente del cantil. Poco después consigo mi primera cherna de 5 o 6 kilos. Joaquín, mas ducho en el oficio que Pepe y que yo, y además pescando él con el aparejo que emite destellos luminosos, clava uno tras otro, pollos, chernas etc. En una ocasión eleva del fondo, un enorme sable de metro y medio, un pollo y una robusta cherna".
"Se hace tarde ya. El día se ha mantenido precioso. Un pez espada salta cerca del barco luciendo su plateado cuerpo y lanzando espuma al aire al caer de costado. Son las cinco de la tarde y nos quedan un par de horas de navegación. Estamos cansados pero satisfechos del día maravilloso y de la pesquera."
Comentaba en aquella ocasión al director de Pesca a bordo, si se dañaba o no la fauna marina costera con este tipo de pesca. Me refería a la pesca con carretes eléctricos. Quizás la captura masiva de grandes besugos conseguidos con estos carretes hagan estragos al disminuir la población de reproductores de esta especie. Afectaría entonces a la densidad del besugo en aguas menos profundas.
Me pregunto si con relación a estas grandes chernas sucede lo mismo. Creo sinceramente que no. Estos ejemplares de chernas si no se capturan de este modo se convierten en un recurso desaprovechado. Eso sí respetando las limitaciones legales con respecto a la cantidad. El ciclo vital de la Cherna puede desarrollarse en alta mar, primero en las capas superficiales bajos objetos flotantes, (tal como lo hemos visto en alguna ocasión) y luego, en una sorprendente adaptación, bajan a fondos impensables para otras especies.
Fue una experiencia agradable y sorprendente en la que Joaquín patrón y armador del “Okapi” y nuestro común amigo Eduardo nos hicieron una demostración de su buen hacer pescando en los abismos submarinos. Gracias amigos.
Nota del autor: En aquella época, no había ni limitaciones legales en la pesca recreativa ni teníamos conciencia de una pesca responsable como ahora.