Pesca con panetas
Algunos torrevejenses, como Jesús Villena o “el tío Carral” practicaban esta curiosa modalidad de pesca, y de ellos aprendí su técnica. Se hacía desde los botes a remo, dentro de la bahía, y resultaba realmente divertida. Las panetas eran trozos de corcho redondeados o cuadrados de unos 10 cm de lado, en cuya cara inferior atábamos una cáscara de melón o una corteza de pan. En dicho flotador iban ligadas (con hilo atado fuertemente a su alrededor), camadas finas de 5 o 6 cm de largo, provistas de pequeñas poteras o anzuelos en los que se ponían trocitos de pan. Aunque las poteras no se cebaran, las salpas se enganchaban en ellas al subir a mordisquear el pan sujeto a las panetas. Las violentas sacudidas del pescado para desprender la comida provocaban el clavado.
Previo grumeo con pan de la zona elegida, (habitualmente encima de los algares), y comprobando la presencia de salpas en la zona, se calaban 6 u 8 panetas que flotaban entre las migas de pan. Al poco veíamos regocijados cómo alguna de aquellas se hundía una y otra vez, para aparecer un poco mas allá en superficie, con una buena salpa o lisa clavada en el anzuelo. La acción de pesca consistía en remar rápido hacia ellas y meterlas en el salabre pronto, antes de que huyeran de nuevo hacia la profundidad o rompieran el sedal con sus sacudidas o afilados dientes. Siempre había la expectativa de comprobar, si en vez de las poco apreciadas salpas, se había clavado un galupe de cerca del kilo o un buen sargo hambriento.