A las 5 de la tarde del día 4 de agosto de 1906, con la mar en calma y buena visibilidad, el SIRIO vapor correo de 4.000 tn y 5300 CV navegaba a 15 nudos cerca de la isla Hormiga rumbo a Cartagena. El oficial de guardia, inquieto por la proximidad de la isla y de un conocido escollo submarino (el Bajo de Fuera), se disponía a llamar al puente a D.G. Picconi, comandante del barco.
En ese instante una sacudida violenta y un enorme estruendo de planchas rotas conmocionó las entrañas del vapor. El Sirio elevó bruscamente su proa al cielo, se volcó hacia estribor en medio de un chirrido de planchas de hierro al resbalar su casco sobre el escollo, quedando su popa hundida en el mar (ver foto superior derecha).
Un silbido de vapor a presión se escapó de sus toberas antes de que la terrible explosión de sus calderas sacudiera el barco de quilla a perilla. Decenas de pasajeros murieron en el acto, mientras otros muchos emigrantes (que navegaban ilegalmente sin documentación ni pasaje) morían aplastados en una de las bodegas de carga.
La escena que se desarrolló a continuación fue dantesca. Gente trepando enloquecida hacia la levantada proa, atropellándose, aplastándose... Incluso hubo testigos, que oyeron disparos de pistola de gente desalmada que buscaba su salvación a cualquier precio en los botes salvavidas.
Muchos se tiraron al mar pensando que podría producirse una nueva explosión, y encontraron así la muerte. Entonces se dió el vergonzoso espectáculo, de un capitán y oficiales, que cogiendo uno de los pocos botes que pudieron ser arriados, se largaban cobardemente de su barco, dejando detrás escenas de horror. El pánico, la desesperación y la falta de una dirección adecuada consumó la tragedia del SIRIO.
Todo ello fue presenciado desde los playones de Cabo de Cabo de Palos, desde dos embarcaciones a vela que navegaban próximas al vapor y desde el pequeño mercante "Maria Luisa"que al oir la explosión se dirigieron allí. Se cree que, pese a la ayuda prestada, murieron 440 pasajeros de los 820 que oficialmente navegaban en el SIRIO, pero el número verdadero de víctimas no se supo jamás. Lo que si se sabe es que durante semanas aparecieron decenas de cadáveres, algunos mutilados, en las playas vecinas.
La página de heroísmo y humanidad corrió a cargo de Vicente Buigues patrón del pailebote "Joven Miguel", de su sobrino patrón del falucho "Joven Vicente" y de otros pescadores de Cabo de Palos. Buigues a 15 metros del SIRIO arrió un bote para socorrer a los que se tiraban por la borda, pero este fue hundido por la avalancha de desesperados náufragos.
Entonces regresó a nado a su barco y embistió el botalón de su velero por encima de la cubierta del buque siniestrado. A través del palo del bauprés y con riesgo de su vida y de su barco ayudó a salvar a cientos de personas.
Unas semanas después, el SIRIO se partía en 3 trozos que hoy día reposan a los lados del Bajo de la Hormiga, acompañando en este gran cementerio submarino, a los restos de otros dos naufragios, el del Nord America y el del Minerva hundidos a finales del siglo XIX.
Ver también este interesante artículo del Archivo de Cartagena.