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Por Andrés Javaloy
17 de enero de 2012

Chopas y brótolas: pescando sobre un pecio

Publicado por Trofeo Pesca en el año 2000.

Eran las 5 de la mañana cuando el despertador interrumpía mis sueños. Reproducían estos, una vez más, una frustrada lucha, ocurrida hace ya varios años, con un gigantesco atún, que esta vez, con la fantasía ilógica del sueño, estábamos pescando nada menos que en pleno puerto de Torrevieja.

Hoy llevo una tripulación joven. Todos de menos de 20 años, pero con una afición al mar, al submarinismo y a la pesca, que les hace renunciar a menudo, muchos fines de semana, a la común “movida discotequera”tan en voga hoy día entre la juventud. Todos ellos son gente sana y alegre, de esa nueva generación moderna y ecológica, amantes de la naturaleza, incapaces por ejemplo de tirar una bolsa de plástico al mar, dispuestos incluso a recoger basura flotante de las aguas y sobre todo que retornan al agua a los ejemplares inmaduros sin que tenga yo que insinuarles nada.
Días pasados otros colegas y yo,-César y los mecánicos Medrano y Rodríguez-(uno de los cuales aparece en la foto con una hermosa chopa), habíamos hecho un bonita pesquera de brótolas (Phycis phycis) y chopas (Spondyliosoma cantharus) en un pecio hundido frente a Alicante en cerca de 80 metros de profundidad.

Está muy distante de Torrevieja, nuestro puerto base, y aunque no me gusta en principio castigar los pecios con fondeos sucesivos a corto plazo, a los chavales Manolo y Pepe Ruiz, Jose Manuel, mi ahijado, y a Sigi (y a mi también ¿cómo no?) nos hacía ilusión hacer una nueva tentativa.

Aún en plena noche soltamos amarras de los muelles del RCNT. Uno de los chavales se queda conmigo en el puente para ayudarme a vigilar las pequeñas luces de los barquitos que pescan el mabre cerca de la bahía y para eludir las balizas de los trasmalleros.

Pronto el sueño los vence a todos y yo navego rumbo al NE, solo, acariciado por la fresca brisa de la mañana guiado por la luz del destelleante faro de Santapola que diviso por la amura de babor. La noche está clara y la luna menguante la voy dejando por popa teniendo delante un cielo tachonado de estrellas entre las que distingo la Polar cuya luz, según los entendidos, la vemos ahora, dada su enorme distancia, unos 500 años después del momento en que fue emitida. ¿Estará aún ahí o habrá desaparecido hace decenas de años? –me pregunto.
El barco se mece y cabecea con los restos de la marejada de levante de días pasados, pero continúo navegando ya que el pronóstico de E. fuerza 2 a 3 nos ayudará a retornar al puerto.

Cerca ya de nuestro destino, aparece el sol por el horizonte. En este momento sobrepasamos ya la isla de Tabarca que dejamos por el suroeste y poco tiempo después estamos según el GPS en la proximidad del mercante hundido.
He tenido suerte al fondear. Hemos caído exactamente encima del “vapor” como nos indica la doble franja roja que aparece en la sonda por encima del fondo. No se ve red por encima y aparece un poco de pescado encima del casco.

 

Son las 7 y media cuando tiramos el primer anzuelo al agua. Usamos aparejos del 0,45, con bolitas fluorescentes, plomos ahusados coloreados de amarillo brillante para llamar la atención en la semioscuridad del fondo y carnada de trozos de alacha y calamar. Todos pescamos con cañas sensibles para hacer mas divertido el lance y carretes con líneas finas modernas de fire line de carbon inextensibles que transmiten muy bien el toque pese a la profundidad.
Pronto Manolo nota un brusco tirón, levanta rápido la caña y comprueba que aunque nota las cabezadas del pescado, el aparejo esta enganchado en el pecio. Hábilmente deja que el pescado tire hacia abajo libremente y de nuevo intenta cobrar.Esta vez sí. El pescado mismo ha soltado algún anzuelo o el plomo trabado en fondo y ahora despacio, saboreando la pieza, cobra poco a poco. La cara de Manolo resplandece y la ilusión y esperanza nos llena a todos de gozo. ¡Es una brótola! –asegura. Efectivamente sube un gran peso que mete la puntera de su fina caña en el agua y solamente de vez en cuando nota una brusca sacudida.

Al poco su hermano menor, Pepe, mete en el salabre una hermosa brótola de mas de un kilo. Ya antes de terminar la faena José Manuel me dice excitado .-¡Padrino, yo tengo otro y es muy gordo! Hago que ajuste el freno porque el bicho da unas cabezadas impresionantes que se acusan violentamente en la frágil caña. Logra levantarlo del pecio, sin enroques y el animal defiende su vida durante todo el trayecto hasta la superficie. Otra vez Pepe (al que utilizando el lenguaje de la caza llamamos “el morralero”) salabra con destreza un bonito pargo de cerca de un kilo. Los toques menudean. Ahora es a Sigi al que un animal –probalemente una enorme brótola- le pega un tirón brusco que probablente le sirvió al pez para entanarse en un agujero del barco hundido. La faena esta vez se saldó con la rotura casi inmediata del aparejo y la frustración del ilusionado pescador.

El pescado tiene ganas de comer. Hay muy poca morralla-unos cuantos pequeños besugos y trescolas que volvemos al agua- Al poco clavo yo mi primera brótola que me hace una faena parecida al la primera de Manolo y que logro sacar también de su agujero.

Sigi, después de varios desafortunados enganches, por fin saca un par de brótolas y unos cuantos pescados

De vez en cuando perdemos algunos aparejos de los que llevamos abundante provisión, enganchados en el casco del pecio. No nos importa demasiado. Estaba ya previsto de antemano. Lo que nos llena de satisfacción es ver que el fondo del arcón del pescado esta ya cubierto, ya que entre otras cosas, José Manuel, que parece que se ha especializado en ellos, lleva ya 5 pargos y todos nosotros alguno más y unas cuantas brótolas.Pepe el “morralero” no para con el salabre. Su hermano le deja su caña y el chaval lucha hasta abatir otra hermosa brótola. Posteriormente engancho yo una buena pieza, que dejo al chico que la trabaje. Lo hace con destreza, pero en un último momento se le rompe el aparejo ya rozado por los agudos dientes de una enorme brótola.

La caña grande mía cebada con un pequeño jurel vivo, que pesca a fondo esta vez no da resultado. En un descuido, probablemente un congrio, se lleva el pez cebo a su agujero sin que yo me entere. El resultado es un roce de línea en la chatarra del fondo y una rotura fulminante del aparejo.

Son la diez de la mañana el viento refresca algo y nos bambolea “a gusto” a todos los de a bordo, pero estamos radiantes porque la jornada de pesca es de las que se recuerdan.

Los chavales están disfrutando de lo lindo y no se acuerdan ni de almorzar. Les preparo unas cervezas y un bocadillo que engullen literalmente entre dos lances. Al poco Manolo clava una pieza que sabe que es diferente a la brótola, dados sus bruscos coletazos. Pronto una joven chopa de cerca de un kilo – y unos 6 años de edad- es subida a bordo.

Poco después José Manuel, que está ”fino” hoy, vuelve a clavar. Esta vez sí que es realmente grande la pieza, pues las bruscas cabezadas del pescado, el cantar del carrete al ceder sedal y la puntera de la caña metida en el agua, lo atestiguan. Con calma y maestría lo va subiendo. ¡Es una enorme chopa de un color azul oscuro como el de los grandes ejemplares con su joroba nucal característica! Es de los ejemplares más grandes que hemos subido a bordo. En el Club hace muchos años que no se recuerdan chopas de este calibre.

Chopa macho de 2,5 kg.
Chopa. Ejemplar de un kilo.

 

Era un ejemplar macho ( de más jóvenes, son hembras). Midió 49,5 cm y pesó de 2 kilos y medio. Le calculé una edad por el estudio de escamas y anillos de crecimiento de las vértebras, entre 13 y 14 años, probablemente la edad casi límite que pueden alcanzar ya que esta chopa tenía prácticamente el tamaño máximo descrito para la especie Según leí, la puesta, la hacen pegando los huevos al fondo, alguna vez cerca de pecios, en terrenos arenosos, donde el macho con su potente cola prepara un nido adecuado a la hembra que luego defiende valientemente de los pequeños depredadores. Este ejemplar había frezado ya y sus testículos estaban muy reducidos.

Llevamos a bordo 7 brótolas 5 o 6 pargos, un par de chopas, una pequeña gallineta por lo que a las 12 de la mañana damos avante hacia Torrevieja.

Los chavales agotados por la faena de abordo, por la paliza que nos está dando ya la mar, con olas de cerca de medio metro, por las emociones vividas y sobre todo por la falta de sueño, uno tras otro se quedan adormilados en cubierta. Me quedo solo en el puente donde alegre canturreo aquellas habaneras que nos trajeron a estas tierras procedentes de Cuba, los navegantes torrevejenses: ¡ Cuando en la playa la bella Lola...! o aquella otra que ha hecho famosa en por todo el mundo a esta tierra encantadora “ Es Torrevieja un espejo , donde Cuba se mira...! y que es, según termina la canción “ plácido ensueño para el que busca, soñar junto al mar..!

 

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